martes, 20 de diciembre de 2011

¿Cómo poner límites a nuestros hijos?

Hola a tod@s, quisiera compartir con vosotros lo que estoy viviendo con mi hijo desde que entró al colegio. Al principio estaba un poco asustacda, al ver el colegio tan grande. Pero luego cuando empezó a incorporarse poco a poco, vi que iba con alegría y estaba ilusionado con su clase. En el aula matinal lo acogieron con gran cariño y va cada día muy contento. Los monitores están alucinados cuando ven lo rápido que hace los puzzles. Se le pasa la hora volando. En los niños tan activos como el mío, es lo mejor, llenar su tiempo con muchas actividades. La verdad es que no para ni un momento. Elena me dice que acaba todo muy rápido y va a su aire. Por eso me siento preocupada y me he puesto a leer e indagar sobre estos niños tan activos. Quisiera aprender a controlar tanta actividad y fortalecer de algún modo su voluntad, para que obedezca. He encontrado la tecla que funciona con mi hijo y quisiera contaros mi experiencia.


¿Cómo conseguir ese autocontrol?

La clave está en establecer límites, delicados pero firmes, teniendo en cuenta que el niño sólo los respetará si han sido puestos con amable determinación.
Para que los niños los puedan entender y respetar, los límites deben tener algunas características. Veamos cuáles:

* No tienen que ser frecuentes. Hay que reducir los límites y las prohibiciones lo máximo posible. No podemos dejar que el niño coma tumbado en el suelo, pero tampoco agobiarle con constantes recomendaciones y prohibiciones cuando esté sentado en la mesa con los adultos.

*Tienen que ser coherentes. Si le habéis prohibido que lleve por todas las habitaciones de la casa bolsitas de patatas fritas o de palomitas, no podéis, al día siguiente, dejárselo hacer, porque queréis que se quede quieto mientras hacéis una llamada importante. Si os comportáis de esta forma, él no podrá entender si la prohibición anterior sólo era un antojo vuestro o si la victoria conseguida al día siguiente es la lógica realización de un derecho suyo.


*Hay que imponerlos con firme dulzura. Después de haber explicado las razones y de haber escuchado las posibles observaciones por parte del niño, hay que evitar largas e inútiles discusiones. Si el niño insiste y se comporta bien, tranquilamente y sin enfadarse, se lo debéis impedir. ¿Quiere comer mientras está jugando con el videojuego? La solución es que se lo quitéis. No pidáis al niño un comportamiento que no os termina de convencer. Si cada momento que tenéis libre lo pasáis mirando la televisión, no esperéis que vuestro hijo no siga vuestro ejemplo.


Los valores que queréis transmitir también hay que comunicarlos a través del ejemplo. Tienen que ser respetuosos. Tratad al niño con la misma dignidad y el mismo respeto que tenéis a un adulto. Por ejemplo, nunca quitaríais violentamente el cuchillo de cocina de las manos de un adulto, pensando que se pueda hacer daño. En el caso del niño, por tanto, también le debéis pedir permiso: si no os lo da, después de habérselo quitado de las manos, explicadle por qué lo habéis hecho.


Esto anterior me ha ayudado bastante con mi hijo. Yo siempre intentaba rectificarle a cada momento y eso es contraproducente, no podemos estar todo el día riñéndole por todo lo que hace mal. Mejor alabar lo positivo y tratarlo con dulzura, no darle largos discursos. He visto que poco a poco va cambiando su actitud. Ahora va obedeciendo, aunque le cuesta. Pero a veces sale su fuerte personalidad y tenemos que echar mano de la paciencia y de esa pequeña explicación que le ayuda a enternos un poco. Al final me hace mucha gracia porque acaba diciendo "vale" o "perdón", como intentando decir voy a ser bueno o intentaré ser bueno.



En fin, he compartido un poco mis experiencias, ahora os toca contar algo a vosotr@s. Si estais de acuerdo o sabeis otros remedios que nos ayuden, estais invitadas a escribir vuestros comentarios, que nos ayudaran a crecer con nuestros hijos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario. Nos ayudará a mejorar.